Por Luis Manuel de la Peña Stettner
Think Tank “Cambio de Época”
Nos parecerá extraño ver como se ha complicado el estado de las cosas en nuestro país con violencia, carteles de drogas, inseguridad y la abierta impunidad junto con la corrupción desmedida. La percepción de una mayoría es que “todo” está mal y que no hay salida hacia adelante. Lo bueno y lo malo está metido dentro del mismo paquete y se ignora lo que haya que valorar e impulsar.
La sombra del problema no permite analizar la realidad de forma objetiva. La sensación de desorden causa impotencia y desesperanza y se debe al estado de confusión e incertidumbre, que obedece a la falta de claridad en la observación de la realidad, y el peligro que esto significa, y que puede ser aprovechado por liderazgos populistas, que prometen certidumbre y seguridad, imposibles de lograr en la realidad, y si acaso se logra serán insostenibles.
En otras latitudes del planeta, se experimenta una problemática similar, y a pesar de que se manifieste de forma diferente, la sociedad percibe la misma incertidumbre y no sabe con precisión qué es lo que la origina al lado del desorden que percibimos. Los problemas, si bien, son de otra índole, no pueden tampoco resolverse de forma convencional, y menos de un solo golpe. Por ejemplo, la mayor desigualdad en ingresos, en servicios y en oportunidades, y el sentimiento de temor ante la incertidumbre. Algo ocurre, que no permite que funcionen los instrumentos habituales que antes servían para corregir lo necesario. Este problema ya ha sido mencionado con anterioridad, y se reconoce cada vez más. ¡Estamos ante un cambio de época que requiere de una nueva forma de percibirse y tratarse! ¡Son nuevos los paradigmas que deben ser descubiertos y aplicados para que formen una nueva realidad!
Albert Einstein lo expresó claramente: “Los problemas no pueden resolverse nunca desde el mismo nivel mental que los creó”. Los problemas se generan debido a los nuevos componentes de la tecnología y la innovación, que son colocados sobre la realidad que permitió crearlos, pero que no ofrece capacidad de darles acogida ni acomodo apropiados, ni a su operación ni a sus efectos. Se requiere de ajustes para lograr un nuevo acomodo paradigmático. Es un escenario con nuevos actores y nueva tramoya, conformados por los nuevos inventos e innovaciones que no funciona con los instrumentos ya existentes. Es necesario hacernos conscientes de que necesitamos concebir una nueva forma de hacer que las cosas den resultado, que se entretejan de una manera más compleja que las vincule operativamente. Una situación que nadie ha vivido anteriormente requiere ser hecha operativa a partir de nuevos instrumentos y ordenamientos institucionales y axiológicos, que abarquen en su totalidad el nuevo campo de acción.
La nueva situación requiere también de una nueva manera de pensar, un nivel más alto y complejo de observar y comprender la realidad, de la que se usó para concebir los inventos traídos a la realidad sin estar conscientes de la complejidad de su operación y sus efectos, cuyo acumulamiento y combinación generan problemas, requiere entenderse bien para enfrentarlos y descubrir los instrumentos y valores que den sentido a la nueva realidad, que exige un diseño de orden, y de gobernanza que ofrezca operatividad a la nueva realidad en beneficio de todos. Se trata de un escalamiento en el entendimiento para poder crear una realidad que se construya paulatinamente, detectando los problemas y sus soluciones y enfrentando los retos que constan mayormente de incremento en complejidad. Esto no admite una postura de comodidad ni en el ánimo, ni de un pensamiento estático. Es necesario un esfuerzo constante de un mayor número de elementos actuantes que colaboren en su formación y generen soluciones reales.
Cuando no se reconoce el escalamiento de complejidad del pensamiento, ni en las soluciones del problema, se experimenta impotencia para distinguir los problemas con claridad, pues no se cuenta con nuevos referentes que permitan sopesarlo. Esto transmite un sentimiento de estar atrapado por la realidad.
El problema no es resultado de la casualidad, lo es todo de nuestra propia acción. Gozamos de las ventajas de las novedades tecnológicas, pero rara vez pensamos en las consecuencias que ellas acarrearán una vez se acumulen en la plataforma de la realidad, dando resultado en cambios que generan complicaciones y requieren de un reordenamiento, que reduzca o elimine el acumulamiento de entropía, siempre presente.
Autores que tratan el tema como Steven Pinker y Matthias Horx, nos explican que todo lo que existe en el universo está expuesto a las leyes de la termodinámica, cuya segunda ley, la entropía, consiste en el deterioro de la energía, que incluye el orden, que siempre tiende al desorden, si no se provee nueva energía que lo mantenga o lo regenere. El desorden generado por la acumulación de los sucesos en la realidad, dentro de los cuales, el principal actor es la acción humana, crean entropía y disrupción, y conducen finalmente a un punto de crisis, según el mismo Horx, o de caos, de acuerdo con Ervin Laszlo. Mientras más significativas son las intervenciones en la realidad, mayor es el efecto entrópico, y así será mayor el nivel mental requerido para entenderlo, y resolverlo. Como menciona Einstein, de la exigencia de entender la realidad y la magnitud de entropía presente, y con ello saber el grado de ajuste que se requiere en todos sus campos. Esta es la tarea de un cambio de época; es nuestra tarea de la actualidad.
El Papa Francisco definió el cambio de época en su encíclica Evangelii Gaudium, expresando de forma puntual este fenómeno: - “Este cambio de época se ha generado por los enormes saltos cualitativos, cuantitativos, acelerados y acumulativos que se dan en el desarrollo científico, en las innovaciones tecnológicas y en sus veloces aplicaciones en distintos campos de la naturaleza y de la vida. Estamos en la era del conocimiento y la información, fuente de nuevas formas de un poder muchas veces anónimo.
Las explicaciones de las descripciones de los científicos y los autores mencionados pueden resumirse como un solo concepto de deterioro del orden. Hay que entender que toda realidad es transitoria y tiene un tiempo de existencia útil perentoria, y que es cada vez más corto. Se requiere de la búsqueda constante de soluciones, para descubrir nuevas lógicas, diferentes a la utilizada durante la generación y el acumulamiento de cambios tecnológicos e innovadores. La lógica usada durante la aplicación de nuevas tecnologías no funciona en un nuevo contexto de efectos complejos en la realidad. Esto conduce a que se experimenten situaciones absurdas y hasta caóticas, causadas por la falta de coherencia en una realidad desordenada. Hay quienes interpretan estas situaciones transitorias, ya, como parte de la nueva realidad y que logran cierta aceptación por quienes las interpretan como manifestaciones de un estado definitivo de la nueva época, sin que ello realmente lo sea. Esto genera situaciones de incoherencia que causan el desajuste entrópico, por la cual se pasa al intentar construir la nueva realidad, basada en nuevos pensamiento y valores.
Sin nuevos referentes claros es difícil encontrar la dirección correcta para realizar las acciones que construir la nueva época. Estas son numerosas y llevan tiempo en implementarse, y son las que conforman finalmente la nueva época. Unas son de construcción simultánea, otras secuenciales y otras son resultado de las estructuras recientemente construidas, cuya necesidad se vislumbra una vez hayan sido ya realizadas, algunas de las acciones bien encaminadas.
Aun cuando las propuestas se elaboren con un nuevo pensamiento, ocurre generalmente que esa nueva lógica no tiene mucho sentido para quien no ha escalado su consciencia y pueda percibir la lógica implícita en las acciones. La explicación de una nueva realidad necesita constante reiteración informativa y entendimiento del nuevo contexto, para que éste ofrezca claridad y sensatez al reacomodo de las cosas y así lograr mantener la línea del pensamiento que dé origen a las propuestas adecuadas.
Como ejemplo de los retos que encontramos actualmente, está la dificultad de proteger la privacidad individual, el uso del de datos de las plataformas cibernéticas, el espionaje industrial mediante el hacking de internet, el control de las finanzas internacionales que requieren de instituciones aún no existentes con facultades para sancionar las infracciones en esta actividad y la amenaza de un despido masivo a causa de la automatización generalizada por “Industria 4.0”.
Todo ello exige de un esfuerzo especial por parte de líderes políticos, sociales y de ciudadanos activos, contemplando principios éticos, sustentados en el nivel de consciencia y de pericia necesarias, para poder tomar la responsabilidad de atacar los problemas de frente y de compartir el conocimiento y las experiencias sobre la forma de observar la realidad y hacerlo con sensatez en su cambio evolutivo.
Estos son los tiempos que vivimos en nuestra realidad actual. Un gran cambio de época. Quizá el más grande, ante el que la humanidad se haya jamás enfrentado durante su historia. Son dos grandes fenómenos, los causantes de este fenómeno, los que han emanado de la tecnología y la innovación, que generaron la Globalización, facilitada por el “internet”, y la ya mencionada revolución “Industria 4.0”, apoyada en la tecnología del “internet de las cosas”, “IOT”, en sus iniciales en inglés.
Con el internet se logró la comunicación interactiva inmediata de “todos con todos”, los interconectados en la red, que crecen exponencialmente en número. Ahora tenemos frente a nosotros el internet de las cosas, IOT, que conecta a “todos con todo” y finalmente a “todo con todo” de forma general. No hay nada que no pueda ser incluido en la red y controlado por ésta. Son así, dos gigantescos eventos en la ciencia de la comunicación de los que cada una de ellas es suficiente para causar un cambio de época, sin embargo, se trata de dos “tsunamis” en la tecnología de la comunicación, con escasa distancia entre sí. Estos cambios representan un reto incalculable que modifica el contexto de la realidad global en todos sus campos de acción, causando una disrupción generalizada, que exigirá un nuevo orden holístico y sistémico.
La tentación para no enfrentar esta realidad y de un desvío del curso deseado es enorme. Por esta razón se presentan propuestas ilusorias con apariencia de facilidad de dar soluciones, caminando en realidad hacia atrás, evitando así la pronunciada y accidentada cuesta, muchas veces, dolorosa, que representa la creación de la nueva realidad, para adquirir dominio sobre ella y mantener el espacio y el tiempo requeridos para propiciar la subsistencia de una sociedad humana y humanista.
Tratar de simplificar la complejidad de los nuevos esquemas de orden, complica y desvía el proceso de gobernanza y también la construcción de sus correspondientes infraestructuras en todos los niveles, el físico, el institucional, y el del aprendizaje de habilidades y de nuevas actitudes, o sea, la ética, que encamine el proceso en el curso debido, partiendo del estado mental y espiritual correspondientes.
El verdadero derrotero hacia un cambio de época deseado presenta siempre la oportunidad de desplazarse hacia al desarrollo humano, aumentando el conocimiento, la libertad y el sentido de responsabilidad, que contribuyen al bienestar externo e interno, de cada individuo. Esto se logra siempre y cuando se realice correctamente la adaptación a la nueva época, que debe ir preñada de sentido, de ética y de humanismo. Cuando un reto de esta magnitud no se advierta claramente, puede fácilmente perderse el rumbo y el paso adecuado, y con ello, la dirección del progreso de la historia y del florecimiento humano y su plenitud.
Ya se mencionó que la simplificación de la complejidad conduce a una mayor complicación. El “simplismo” puede conducir a un retroceso hacia un pasado, sin retos ni temores, pero de igual manera, sin rumbo cierto, típico de liderazgos populistas, basados en propuestas y estructuras obsoletas, que incrementan la entropía de la realidad, Despertando al populismo que siempre está en búsqueda de situaciones difíciles, para presentarlas con una semblanza alternativa de facilidad, invocando valores caducos de paradigmas ya superados.
Tomemos por caso el “brexit” que promovió la realidad de un pasado, supuestamente perdido, del cual gran parte nunca se prescindió, pues estuvo siempre presente, y consistió en el deseo de controlar el territorio británico de la inmigración de extranjeros, a pesar de que esto nunca presentó un problema, al menos, causado por la Unión Europea , debido a que la Gran Bretaña nunca firmó el acuerdo de Schengen, que permitía la libre movilidad en la Unión Europea. Se ofreció una falsa independencia con una falsa soberanía, que rehúyen la complejidad de la integración en la unión europea, que sería de hecho un medio para fortalecer a Inglaterra ante las amenazas del exterior, como igualmente, lo es para todos los participantes en la unión, con un mercado común y un propósito fundamental, de evitar guerras entre los participantes. El “brexit” representa una propuesta de retroceso que arrastra consigo falsedades y pérdidas en un futuro ya encaminado.
Veamos el caso de los Estados Unidos, con la presentación populista de una realidad igualmente simplista que trata de hacer resurgir una grandeza de esa nación, que es ya existe, aunque no con la hegemonía del pasado que sería imposible lograr. Para ello, el liderazgo se ha propuesto en deshacer estructuras nacionales e internacionales, que han probado su eficacia en el avance para las sociedades en el último siglo, basadas principalmente en la multilateralidad y la inclusión, como la ONU y la OTAN”. Se ha manifestado igualmente agresión a la integración multinacional europea. Todo ello representa un claro retroceso en la visión, de los pasos de calidad relevante en la evolución de la historia humana con nuevos valores y actitudes inherentes a esas instituciones.
Es difícil mantener el rumbo hacia el futuro, cuando la brecha presenta incertidumbre y un ascenso pronunciado, oscuro y quebradizo, con caídas y fracturas y dificultad para entender tanto los nuevos signos del camino como los nuevos referentes que expresan las nuevas condiciones de conocimiento, de actitudes, de valores, de nuevos fenómenos y reglas que permiten reconocer el ascenso a una nueva etapa, cuando se basan en los enunciados de interdependencia, multilateralidad, inclusión, diversidad, colaboración, multidisciplinariedad, sistematicidad, complejidad, integralidad holística, de cosmopolitismo, de cuidado por los demás, colaboración, responsabilidad universal, humanismo y ética, de forma que se genere el acomodo y el orden en las nuevas circunstancias, atendiendo su real complejidad.
Esta es una tarea asignada a todos, porque a todos nos atañe el esfuerzo, el empeño y la aplicación de todos nuestros recursos y talentos. Es una tarea de impensable talla, que representa una misión de tal magnitud, que de ella depende la sobrevivencia de la raza humana con el calificativo de humanidad, y no de simples habitantes o cohabitantes del planeta. Se trata de un trabajo de gran calado, de una grandeza mayor a lo que representa nuestra actualidad y todos nosotros, que brinda oportunidad a la continuación del camino que tiene la creación entera, Es un trabajo de un significado tal, que exige nuestro entusiasmo y nuestra esperanza, y que en él podremos encontrar la razón de nuestras vidas y las de los que nos sigan. Esto será así, si lo realizamos con consciencia de nuestra dignidad como valor sostenible, y de la invaluable identidad humana.
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